Club de fans de Trujillo

Trujillo, es una pequeña ciudad capital del departamento de Colón. Aquí el 14 de Agosto de 1502, el mismo Colón presenció la primera misa oficiada en tierra firme americana.
Para llegar a Trujillo debo recorrer 350 Km. en bus desde San Pedro Sula. OCHO HORAS!!!!!! a las que debo añadir otras dos horas que tardé en recorrer los 110 km. de Sigua a San Pedro. En Honduras en bus se llega a todas partes, pero sin prisa.
Cansado llego de noche a Trujillo, el taxista me deja en la puerta del hotel Colonial, justo al lado de la iglesia, en frente de la fortaleza de Santa Bárbara, y encima de la bahía. Sin embargo me acuesto con un sentimiento de que no merecieron la pena tantas horas de viaje para llegar hasta aquí.
A las 6.00 me despierto con las campanas de la iglesia, a las 6.15 tocan de nuevo y a las 6.30 consiguen sacarme de la cama, parece ser que estas campanas funcionan como un despertador con snooze. Me visto y salgo a correr, la gente ya está en misa, se escuchan los cánticos provenientes de la iglesia. Me dirijo a la playa, a través de una de las calles que descienden hasta la arena, sin embargo me paro un instante a divisar la bahía. Debía ser una sensación angustiante para los habitantes de Trujillo verla repleta de barcos piratas ingleses dispuestos a saquear la ciudad allá por el siglo XVII.
Empieza a envolverme la magia de Trujillo. A un lado, la luz del amanecer sobre los muelles de madera y sus reflejos sobre el agua quieta del Caribe, y ese silencio. Vuelvo la mirada y al otro lado, hacia la villa, los cañones de la fortaleza española arriba y las montañas con la selva cubriéndolas detrás. Son imágenes difíciles de encajar, sin embargo están ahí.
Subo de nuevo al pueblo, rumbo a mi hotel, paso por diferentes calles del centro histórico con casas coloniales construidas en madera. Hay muchachas que llevan sus paquetes en la cabeza, sin usar las manos para sujetarlos. Empieza una actividad comercial que nada tiene de apresurada. Después de la ducha, y un incidente con una cucaracha de por medio en el que no voy a profundizar, me visto y salgo a visitar la fortaleza. Me sucede como en la canción de Love of Lesbian «El club de fans de John Boy». Y puedo decir que «ahora ya soy otro fan de John Boy», otro fan de Trujillo en mi caso.
Entre la población de Trujillo, aun se pueden ver a los descendientes de los esclavos africanos que trajeron los españoles, y hay un mestizaje diferente al de Siguatepeque. Aquí encontramos a los Garífunas, mestizos entre africano e indígena. También es diferente y fácilmente reconocible el acento de los habitantes de esta zona.
Dejo atrás el hotel y la iglesia, y me dirijo al cementerio viejo, para sentarme unos minutos a observar la tumba de William Walker (Fusilado en 1860). Walker, trató de conquistar América Central para los Estados Unidos, héroe para los Gringos y pirata para los Catrachos, que acabaron fusilándolo en la fortaleza de Santa Bárbara.
A estas alturas Honduras me parece una maravilla de país, por su gente, y por sus parajes. Viva «El Salvador», ay no «VIVA HONDURAS».

Acerca de munitxu

Farmacéutico y Óptico. En continua evolución personal. Disfruto leyendo a Murakami y saliendo a correr escuchando cualquier tema de "Love of Lesbian".
Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario